Antes de constituir la asociación ya teníamos claro que había que retomar la tradicional fiesta de San Antonio, una tradición profundamente arraigada en nuestra cultura. No era ya posible continuar con la cofradía por lo que la asociación queda establecida como el mayordomo de la celebración.
Organizamos el evento involucrando a todo el pueblo en esta festividad tan significativa. Sabíamos que sería uno de los eventos más importantes del año, ya que San Antonio representa una parte esencial de nuestra historia y tradiciones.
Aprovechamos la reciente rehabilitación realizada por el ayuntamiento de una antigua escuela para celebrar allí toda la fiesta. Decidimos no realizar San Antonio el 13 de junio, sino trasladarlo al fin de semana, para facilitar la participación de todos: los jóvenes, la gente que trabaja y aquellos que viven fuera.
Para obtener los fondos necesarios para llevar a cabo la celebración de la fiesta de San Antonio, organizamos una rifa cuyo premio consistía en un bono La Gran Dopamina para una comida o cena para dos personas en el restaurante Alquimia en Valladolid. La rifa fue todo un éxito, ya que logramos vender 240 boletos y recaudar un total de 1.200 euros. El coste de la comida fue de 240 euros, lo que nos permitió continuar con los preparativos de la festividad.
Siguiendo las costumbres, el viernes comenzamos con la preparación de la tradicional torta. Aunque no compramos las ingentes cantidades de piñón y miel que se usaban antaño, decidimos hacer un proyecto piloto, utilizando 5 kilos de piñones y 3 kilos de miel. A pesar de la reducción en los ingredientes, la torta quedó maravillosa.
En las fotos observamos a Carmen Marinero en 1983 y ahora, en 2024, podemos decir que la torta de 2024 hubiese sido un desastre sin sus instrucciones, guiándonos en este proceso
que llevaba más de 30 años sin realizarse. La mayoría de nosotros no tenía experiencia en hacer esta torta, por lo que su ayuda fue crucial para el éxito de la jornada.
Mientras un grupo estaba preparando la torta, otro grupo bajo a la iglesia a preparar a San Antonio para la procesión, adornando sus andas con flores de nuestros jardines.
El sábado, comenzamos las actividades nuevamente a la una del mediodía. Nos reunimos en el Bar del Pueblo para realizar el sorteo de la rifa y sacar el número ganador. Todos los números se colocaron en una bolsa y se extrajo el número 97, que correspondió a Alberto Baeza de Vallelado, un pueblo vecino al nuestro. Este momento añadió aún más emoción a la jornada.
Misa y Procesión de San Antonio: La misa de San Antonio se celebró, como es tradición, a las 5 de la tarde. Asistió muchísima gente, y fue una ceremonia muy emotiva. Al finalizar, salimos todos en procesión, acompañados, como siempre, por nuestros músicos favoritos del pueblo: Cristóbal con el tamboril y Mario con la dulzaina. En esta ocasión, trajeron también a un amigo suyo, y juntos acompañaron la procesión, llenando el ambiente de música y alegría.
Lo más destacable fue la gran cantidad de personas que bailaron la jota, algo que no se veía desde hacía muchos años. Fue un momento inolvidable, lleno de alegría y emoción, convivas a San Antonio por parte de todos los presentes. La procesión se alargó, ya que bailamos una y otra vez la jota, y no había manera de volver a meter al santo en la iglesia debido al entusiasmo de los participantes. Nuestros músicos también nos acompañaron a lo largo de toda la jornada, animando cada momento de la celebración.
Uno de los momentos más divertidos de la jornada ocurrió después de la procesión, cuando nos reunimos en el patio de la escuela. Además de disfrutar de un refresco con la tradicional limonada y los bollos típicos de la zona, organizamos la esperada subasta de la torta de San Antonio. Con 35 trozos decidimos llevar adelante la subasta, y fue todo un éxito.
La emoción fue en aumento a medida que la gente pujaba por los trozos, y la competencia se intensificaba. Al final, cada trozo se subastó por entre 20 y 30 euros, lo que resultó en una recaudación impresionante. Pero más allá del éxito económico, lo más importante fue lo mucho que nos divertimos. Y, por supuesto, ¡la torta de piñones y miel estaba deliciosa!
El domingo continuamos la celebración, realizando juntos un almuerzo donde no falto la tradicional limonada La jornada culminó con bailes y música tradicional, gracias a Mario y Cristóbal, quienes tocaron la dulzaina y el tamboril, respectivamente, poniendo un broche de oro a esta entrañable fiesta.
Y una vez más nuestros queridos Montse y Leo estuvieron por encima de nuestras expectativas.
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